Publicado: Marzo 13, 2024

La huelga de lavanderas de Atlanta de 1881 constituye un acontecimiento fundamental en la historia del movimiento obrero en los Estados Unidos. Esta huelga no fue sólo una audaz afirmación de la dignidad y los derechos de las trabajadoras negras, sino también una demostración temprana de acción laboral organizada por parte de los trabajadores negros en el Sur posterior a la Reconstrucción.

Antecedentes

A finales del siglo XIX, Atlanta, Georgia, era un centro urbano en crecimiento y la industria de la lavandería era predominantemente dominio de las trabajadoras negras. Estos trabajadores trabajaban en condiciones agotadoras, trabajando largas horas y por salarios exiguos, lavando ropa a mano antes de que existieran las lavadoras eléctricas. A pesar de la naturaleza esencial de su servicio a los hogares de la ciudad, su trabajo fue infravalorado, lo que refleja la devaluación social y económica más amplia del trabajo de las mujeres negras.

La huelga

En julio de 1881, veinte mujeres negras organizaron la Sociedad de Lavado en Atlanta para cuestionar sus condiciones laborales y salariales. Exigieron un salario más alto por su trabajo, específicamente estableciendo una tarifa uniforme de 1.00 dólar por lavar, lo que supuso un aumento significativo con respecto a las tarifas que se les pagaba anteriormente. Lo que comenzó con 20 mujeres rápidamente creció hasta convertirse en un movimiento de miles, cuando 3,000 lavanderas negras se unieron a la huelga, negándose a lavar ropa en las condiciones existentes.

Los huelguistas organizaron campañas puerta a puerta para conseguir apoyo, celebraron reuniones masivas e incluso enfrentaron intentos de intimidación por parte de los empleadores y las autoridades locales. La respuesta de la ciudad fue promulgar derechos de licencia y regulaciones destinadas a romper la huelga criminalizando la acción colectiva de las mujeres. Sin embargo, estas medidas no lograron disuadir a los trabajadores en huelga.

Si bien no se cumplieron todas sus demandas, muchas lavanderas negociaron con éxito tarifas más altas por su trabajo, y la huelga en sí sirvió como una poderosa afirmación de sus derechos como trabajadoras. Además, la huelga inspiró otros movimientos laborales y huelgas en el Sur, señalando el potencial de acción colectiva entre los trabajadores marginados y alterando el orden social, desafiando las jerarquías raciales y de género que sustentaron el Sur posterior a la Reconstrucción.

La huelga de lavanderas de Atlanta de 1881 subraya el papel de las mujeres negras como agentes de cambio y desafía la narrativa de que el trabajo organizado en Estados Unidos era dominio exclusivo de los sindicatos industriales dominados por hombres blancos. La huelga es un testimonio del poder de la acción colectiva y de la lucha duradera por la justicia y la dignidad en el lugar de trabajo.