Publicado: junio 17, 2022

El racismo se construye y refuerza a lo largo de las líneas de poder. Quienes gobiernan los sistemas de poder tienen la relativa libertad de suscribirse a cualquier nivel de dominio que elijan. El problema es que este se convierte en el entorno de crianza perfecto, en el que el racismo puede prosperar.

Los sentimientos racistas pueden envalentonarse en el tejido de la cultura organizacional. Esto ayuda a apoyar la marginación de aquellos que no tienen el poder de moldear la cultura de manera informativa. Habiéndosele negado el acceso a la mesa superior, donde se deciden las decisiones críticas sobre la cultura organizacional, la cultura y los procesos, los empleados negros y otros de diversos grupos enfrentan una lucha cuesta arriba.

Hay mucho trabajo por hacer para que los líderes rompan las barreras intrínsecas que sirven para perpetuar los mismos sistemas que rigen la capacidad de los empleados negros para prosperar en sus organizaciones.

Mentalidades de liderazgo que se desarrollan enfoques accionables a la diversidad, apoyará acciones que integren mejor la inclusión. El liderazgo inclusivo es clave para esta discusión, pero la acción, como siempre, habla mucho más que las palabras.

Las conversaciones sobre el racismo pueden llevar tiempo y pueden hacer que algunos líderes se sientan frágiles, pero es imprescindible tener estas conversaciones. Los líderes no curarán a sus organizaciones del racismo hasta que desmonten los procesos de pensamiento y los comportamientos que impactan negativamente a sus empleados negros.

Para algunos dentro del liderazgo, los hechos ya son conocidos y es la reticencia hacia verdaderamente posibilitando la inclusión ese es el problema. Para otros, el problema es la falta de comprensión sobre la naturaleza sistémica y la institucionalización del racismo.

Independientemente de la causa, el liderazgo debe dar un paso al frente y aceptar el desafío de una manera holística.