En las décadas de 1920 y 30, los trabajadores industriales que pintaban los números y las manecillas de los relojes, que brillaban en la oscuridad, eran en su mayoría mujeres y niñas inmigrantes. Sin saberlo, estaban siendo envenenados por el químico luminiscente de la pintura, Radium, que era radiactivo. Muchos de estos trabajadores enfermaron y murieron por intoxicación por radiación y este caso es el primer caso legal conocido en el que un empleador fue demandado por daños y perjuicios relacionados con la salud ocupacional.